Esa es una pregunta que se queda en el aire muchas veces, sin contestar. «Bueno, se me ha ocurrido algo pero no tengo ni idea de cómo llevarlo a la práctica». No deje que eso te pare; así hemos empezado todos, sin saber el camino. La clave está en el trabajo duro. Cuanto más trabajes más seguro te sentirás de tus escritos, tendrás menos dudas y lograrás una mayor agilidad.
Creo que terminar una novela es un proceso de aprendizaje que no finaliza nunca. Ningún libro es igual al anterior, el proceso de investigación es distinto dependiendo del tema, lo que quieres expresar y la manera en que lo haces tampoco es igual. Sin embargo, la constancia te llevarán hasta el punto final.
No obstante, en mi caso, no ha sido hasta mi tercera novela, la que estoy escribiendo ahora, cuando me he dado cuenta que para llegar a buen puerto necesito metas y sobre todo un plan. Escribir todos los días me ha ayudado mucho. Intento hacerlo a la misma hora, aunque siempre se puede improvisar. Sin embargo, si quieres conseguir objetivos es mejor ceñirse a ese plan del que hablábamos y seguir adelante. Cuando decides escribir todos los días, poco a poco se va convirtiendo en un hábito. Además, si tienes una fecha de publicación, unos escenarios que quieres acabar, un personaje que quieres redondear en mente, querrás ir cumpliendo los objetivos y eso te dará impulso para seguir trabajando. Con esto no quiero decir que lo único que tienes que hacer es trabajar. El tiempo de ocio, relajarte viendo la tele, escuchado música, leyendo libros de otros autores etc… también es imprescindible para que puedas completar tus proyectos.
Al final, todo cuenta para llevar a buen puerto tu novela. No solo el tiempo que pasas delante del ordenador tecleando es importante; sino también el que pasas pensando, haciendo otras cosas triviales, adquiriendo nuevos conocimientos a través de cursos etc… Todo cuenta para la adquisición de ideas y ponerlas en práctica.
En mi experiencia, después de la tener la idea y de madurarla intento escribir todos los días en el mismo lugar y, sobre todo, a la misma hora. Nunca escucho música mientras escribo, pero no todos somos iguales y hay muchos compañeros que sí lo hacen. Hazte una lista de canciones si eso te ayuda. Aquí el objetivo es seguir escribiendo. Yo prefiero encender velas, que la casa o mi lugar especial, huela bien con las esencias que más me gustan. Debes hacer lo que te haga sentir cómodo. Ni que decir tiene que escribir con el televisor puesto, mirar constantemente las redes sociales, trabajar con mucha gente alrededor o cualquier otra distracción te va a complicar la vida. Por lo menos, a mí me la complica y mucho. Prefiero trabajar en silencio, pero tú tendrás que encontrar que es lo que te hace sentir bien y ponerte en «la zona», como dicen los anglosajones, para poder empezar a escribir.
A mí me gusta anotarlo todo. Las ideas, lo que más me interesa de un libro que acabo de leer para la investigación en curso, algo que he visto en internet o en alguna serie. Por eso, tengo siempre encima de mi mesa varios cuadernos y rotuladores de colores para marcar todo lo que creo que me pueda servir.
Por otro lado, creo que es importante no escribir y corregir a la vez. Pero, ese es otro proceso del que hablaremos en otro post. También ayuda marcarse objetivos. No importa que sea medio capítulo al día o uno entero, intenta llegar por lo menos hasta ahí. Te hará sentir bien y cogerás tu novela con más ganas al día siguiente.
¡Ah! y algo muy importante, no te desenfoques. Sigue tu historia, no quieras escribir varias a la vez, concéntrate en lo que tienes por delante. Si pierdes ese enfoque te arriesgas a aburrirte y a abandonar lo que has empezado.
Estas son algunas de las cosas que a mí, personalmente, me impulsan a concentrarme y seguir con todo el proceso creativo que implica el escribir un libro. Ahora te toca a ti buscar el método que mejor vaya contigo.